Una tarde noche de domingo.
Y sí, ese día llego. El séptimo, donde según el señor se descansa. Donde todos pretendemos ser felices y algunos lo logran, los menos. Más yo no. Por los recuerdos y las puntadas de catgut, hechos al corazón, tu maldito recuerdo. Mejor dicho, mi maldito recuerdo tuyo, mío, nuestro, tuyo, de él y del gato, vuestro y la soledad que no me deja solo. Y atisbo borrosos mis recuerdos de una tarde noche de Domingo. La gente en un parque, donde jamás disfrutamos, donde jamás te bese, donde jamás compre un globo, donde jamás vimos los payasos. Donde jamás reíste, donde jamás fuimos nosotros mismos. Donde nos hicimos tanto daño, donde nos odiamos, donde siempre me recuerdo en ti y a tu eterno silencio. Donde todo pasó, y esperamos y te desesperaste y no hablamos, no hablaste y dejamos de ser lo que fuimos, amantes. Cuando las miradas dejaron de verse, los labios de besarse y las manos se soltaron y nuestros sexos de penetrarse, de amarse. Donde no te dije quédate, cuando no mire atrás y solo te escuche gritar mi nombre. Donde no hicimos lo que la gente hace, mentirse. Imitar al de al lado, pues, falso pero sonríen. Mienten pero tratan de ser felices. ¿Dónde? ¿Cuando? Una tarde noche del séptimo día, cuando recuerdo borroso que quería ser como ellos. Cuando quería mentirme, mentirte, decirte: Te amo y caminar junto a ellos y junto a ti. Donde ahora ya no puedo, ya no quiero, donde cuando ya no se ser, lo que un día quise ser. y Ahora camino solo a casa para pensar todo esto.
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