LA QUE DERRAMA LAS ESTRELLAS
No siempre eres ajena y orgullosa
y no es siempre que no me deseas.
Queda, queda y tierna como en un sueño
sueles venir a veces hacia mí.
Sobre tu frente hay un mechón espeso
que no me atrevo a besar.
Y tus grandes ojos se encienden
con la luz mágica de la luna.
Mi amiga tierna, mi implacable enemiga:
tan bendito es cada paso tuyo,
como si pisaras sobre mi corazón
derramando estrellas y flores.
No sé adónde las cogiste
ni por qué te ves tan clara...
¡Oh, quien gozó de un instante a tu lado
ya no podrá desear nada más en la vida!
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